La madre naturaleza frente al cambio climático

17 Noviembre 2016

Artículo de opinión escrito por Martha Rojas-Urrego, Secretaria General de la Convención de Ramsar sobre los Humedales, y Patricia Espinosa, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y publicado por Project Syndicate.

Véanse las versiones en alemán; árabe; chino; checo; y ruso.

 

MARRAKECH – Los humedales, los bosques y los océanos absorben y almacenan carbono. Por lo tanto, son activos fundamentales para los países que intentan cumplir las metas del Acuerdo de París sobre la reducción de las emisiones de CO2. ¿Cómo podemos utilizarlos de la manera más eficaz?

El Acuerdo de París fue adoptado por 196 gobiernos en diciembre del año pasado y entró en vigor  a principios de este mes. Actualmente sus signatarios están reunidos en Marrakech (Marruecos) con motivo de la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Varios eventos de la conferencia se centran específicamente en la manera en que los países pueden utilizar los sistemas naturales para cumplir sus metas de reducción de CO2.

Aunque el desafío que representa el cambio climático es inmenso, también lo es la oportunidad de acelerar el desarrollo sostenible y garantizar un futuro mejor para todos los habitantes del planeta. En virtud del Acuerdo de París, los gobiernos se han comprometido a reducir drásticamente sus emisiones de carbono a fin de mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C. La gran mayoría de los países signatarios ya han presentado planes nacionales de acción para lograr este objetivo y con el tiempo esos planes serán más ambiciosos.

Entre estas contribuciones determinadas a nivel nacional se incluyen metas relativas a las energías renovables y propuestas en materia de transporte sostenible, eficiencia energética y educación. Además, los países deberían plantearse la adopción de políticas para gestionar mejor el capital natural. El mismo Acuerdo de París reconoce la importante función que desempeñan los ecosistemas en la limitación de la cantidad de carbono que existe en la atmósfera y los gobiernos no deberían mostrarse indiferentes a herramientas tan poderosas.

Los gobiernos deberán actuar para conservar los ecosistemas existentes y restaurar y ampliar los ecosistemas degradados de maneras que sean respetuosas para las personas. Esto es particularmente cierto en el caso de los humedales, entre los que se incluyen todas las áreas terrestres, tales como lagos, llanuras de inundación, turberas, manglares y arrecifes de coral, que están cubiertas de agua de manera estacional o permanente.

Las turberas son particularmente importantes. Aunque solo cubren el 3 % de la superficie total de la Tierra, almacenan el doble de carbono que todos los bosques del planeta. Los suelos de las turberas están compuestos de carbono – en forma de material vegetal descompuesto – que se ha acumulado durante miles de años. Cuando se drenan o queman las turberas, ese carbono se libera a la atmósfera. De hecho, el drenaje de las turberas libera el doble de carbono a la atmósfera que el sector de la aviación.

En 2015, los incendios arrasaron las turberas arboladas de Indonesia, suscitando preocupación en todo el mundo sobre cuánto carbono se estaba liberando a la atmósfera, por no hablar de los graves efectos sobre la salud. El gobierno de Indonesia estima que los incendios de las turberas y la deforestación por sí solos representan más del 60 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero del país.

Se podrían reducir considerablemente las emisiones mundiales de CO2 conservando y restaurando las turberas. Por esta razón, el Consejo Nórdico de Ministros anunció en  2015 el compromiso de conservar las turberas de la región. Se ha perdido casi la mitad de las turberas de los países nórdicos, y la degradación de este ecosistema representa el 25 % de las emisiones totales de carbono de esos países.

El Acuerdo de París ha entrado plenamente en vigor en menos de un año. Esto indica que existe un impulso mundial hacia la aplicación de medidas concretas para atajar las causas del cambio climático así como sus efectos, tales como las desastrosas inundaciones, restricciones de agua y sequías que ya están azotando a muchos países.

Ese sentimiento de urgencia no es sorprendente. Según ONU-Agua, el 90 % de todos los peligros naturales están relacionados con el agua y su frecuencia e intensidad aumentarán conforme vaya empeorando el cambio climático. No obstante, los sistemas naturales pueden mitigar estos peligros: los humedales actúan como esponjas que reducen las inundaciones y retrasan el inicio de las sequías; además, los manglares, marismas saladas y arrecifes de coral funcionan como barreras protectoras frente a las mareas de tempestad. En realidad, los humedales, océanos y bosques no solo absorben y almacenan carbono. También suministran agua dulce y son una fuente de alimento para casi tres mil millones de personas.

Los países ya cuentan con una plataforma específica que pueden utilizar para sus esfuerzos futuros en pro de la conservación de los humedales. La Convención de Ramsar sobre los Humedales, un tratado intergubernamental en virtud del cual 169 países se han comprometido a conservar y gestionar sus humedales de forma sostenible, es un medio ideal para ayudarles a lograr sus metas de reducción de CO2 y a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.

El objetivo a largo plazo del Acuerdo de París es lograr la neutralidad climática, es decir, que no haya emisiones netas de gases de efecto invernadero, en la segunda mitad de este siglo. La neutralidad climática es necesaria para mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C. Para lograrlo, debemos reducir las emisiones hasta el punto en que puedan ser absorbidas totalmente y con facilidad por la naturaleza. Ese fue el ciclo natural durante millones de años antes de que comenzara el cambio climático por causas antropogénicas.

La neutralidad climática se puede lograr a través de voluntad política, políticas imaginativas, nuevas tecnologías verdes y fuentes de energías limpias, además de un cambio en las inversiones, dedicando varios billones de dólares a los sectores económicos y las infraestructuras que sean sostenibles. Además, el éxito de estas medidas requiere inversiones rentables en los esfuerzos de conservación y la expansión del capital natural. Solo los sistemas basados en la naturaleza como los humedales y los bosques pueden garantizar un verdadero éxito y un futuro limpio y próspero.